Claudia Marín

¿Por qué mi historia familiar detiene mi crecimiento?

Tendemos a la repetición, también innovamos, eso es muy cierto, pero como seres humanos, somos más de seguir y copiar actitudes y patrones que otra persona ya hizo o vivió, es lo que nos ayuda a “aprender”, obedecemos, nos dejamos llevar y encajamos en el grupo, hacemos lo necesario por estar bien, además de que constantemente nos estamos ahorrando la tarea de pensar demasiado.

No siempre copiamos todo de nuestra familia nuclear, es decir, papá, mamá y hermanos, en ocasiones también tenemos referentes, sin importar cuanto tiempo compartimos con ellos. Estos se vuelven en nuestros modelos de comportamiento por excelencia.

Mariane Costa una reconocida, escritora, taróloga, experta en metagenealogía, constelaciones familiares y terapias sanadoras aseguró en una entrevista televisada que: 

“Los árboles genealógicos son sistemas de repeticiones donde se van reproduciendo divorcios, enfermedades, tipos de muerte, tipos de realización y tipos de fracasos también.” 

Pero realmente, la culpa no es de nuestro arbolito familiar, él no es el culpable ni de nuestras decisiones, ni de nuestras conductas, el solo almacena la información generacional que cada estrato familiar va dejando en su paso por el tiempo.

No todo lo que copiamos de nuestra familia está mal, podemos copiar la receta de galletas de nuestros abuelitos, cómo tejen y bordan manteles, y otras actividades que vale la pena repetir de generación en generación. El problema inicia cuando queremos copiar y repetir conductas, modelos de crianza errados, los cuales evidentemente de acuerdo a tu historia familiar no han sido muy exitosos.

Pero también es muy importante entender que detrás de cada repetición no detectada, no deseada existe una insatisfacción, una razón y justo por eso no existe un cambio, porque no se tiene conocimiento de porqué vuelven a presentarse en las generaciones venideras.

Lealtades invisibles

La psicóloga Anne Aracelin Schützenberger desarrolló la terapia transgeneracional luego de encontrar patrones de repetición conductual entre sus pacientes y sus ancestros. Notó que en varias familias había historias que se repetían y descubrió que cada una de ellas se había programado de forma inconsciente para repetir los patrones.

Esta repetición se da a raíz de las lealtades invisibles. Es una suerte de vínculo irrompible intrafamiliar, motivado por el amor y el respeto. Este vínculo hace que cada uno de nosotros estemos destinados a honrar a nuestros ancestros, de forma que repetir sus patrones es una forma de rendirle tributo.

Una niña de 5 años tenía la misma pesadilla en la misma época del año, en la que se veía perseguida por un monstruo. Esa pesadilla le provocaba una crisis de asma el 12 de junio. Cuando Paula Gómez conoce esta historia, se remonta a la Guerra Civil Española, ese día las tropas franquistas atacaron un pueblo con bombas; como resultado, muchas personas murieron, incluido un familiar de esta niña. La terapeuta le pide que dibuje al monstruo de sus pesadillas y la niña lo describe como «un hombre con casco y capa». Resulta ser el uniforme de las tropas franquistas durante la guerra civil, lo sorprendente es que la niña nunca había visto uno de estos uniformes ni había tenido contacto con la historia del fallecimiento de su pariente.

Este tipo de casos se relacionan con la posmemoria, una conexión que trasciende generaciones, en la que los eventos traumáticos pueden perdurar en la memoria de quienes ni siquiera los vivieron. Son como puentes que nos conectan con nuestros antepasados.

Para identificar estos vínculos familiares se utiliza la terapia transgeneracional, en la que se pide a cada paciente que dibuje su árbol genealógico y marque todos los acontecimientos relevantes en su historia familiar. De esta manera se pueden establecer las relaciones entre nuestros ancestros y nosotros.

¿Cómo es repetir vivencias de familiares?

  La historia familiar tiene un peso importante en nuestra identidad, pero no es definitiva, no siempre es un detonante que definirá lo que sucederá en nuestro futuro. Pero si bien es cierto, te permite crear y fomentar aspectos de tu vida que servirán como premisas. 

En ocasiones nos cuenta pensar que estas historias pueden transmitirse de generación en generación, porque puede pasar que ni siquiera hayamos conocido a los que nos precedieron, pero de igual manera heredamos sus conductas y sus afectos, porque fueron compartidos a nuestros padres o abuelos.

Las conductas se aprenden, y por lo general se copian, es por esta razón que constante vemos como las familias y sus culturas internas detienen el crecimiento personal e individual de uno de sus descendientes, cuando este se sale del carril, o de lo conocido para ellos.

Claro no siempre es negativa la educación que imparten, pero cuando se coloca por encima de las aspiraciones personales y se toman como un punto sine qua non en la vida de alguien, en ese momento la familia se vuelve detractor del detenimiento en el crecimiento y desarrollo natural. Por si misma la historia de una familia no causa tal pausa, sino más el comportamiento y la afinidad de los miembros del núcleo con esas creencias. 

Puede que no estén abiertos al cambio, ya que por generaciones se ha hecho a un mismo estilo, hasta que alguien decide incursionar con otros métodos, y no se le permite por ir al contrario de lo que dicta la historia familiar, en ese momento, todo cambia y empieza la represión de la personalidad individual y se da paso a una detención de proyectos.

Objetivo de las repeticiones familiares

Cada evento que ocurre en un árbol genealógico tiene una lección que aprender, y si no se aprende, se queda atrapado. El sistema garantiza que esto se repita para cerrarlo finalmente, y para que las generaciones futuras puedan liberarse y superar el dolor de sus ancestros.

Veamos un ejemplo, para entender mejor como se viven los ciclos repetitivos en las familias: 

Rosa, una mujer de 47 años, ha experimentado numerosos desafíos a lo largo de su vida. A pesar de haber alcanzado estabilidad financiera, su corazón sigue sintiéndose vacío. Su mayor anhelo es encontrar el amor, pero se ha visto envuelta en relaciones tóxicas que han dejado su corazón hecho pedazos. Los hombres parecen intimidados por su éxito económico, lo que la hace sentir cada vez más sola y desesperada.

Sin embargo, hay un trasfondo más profundo en la historia de Rosa. Al explorar su árbol genealógico, se descubre un patrón de divorcios y relaciones fallidas que se remonta a varias generaciones. Su abuela materna, que tenía tan solo 20 años cuando su esposo la abandonó por otra mujer, luchó por criar a su hija sola en una época en la que las mujeres dependían económicamente de sus esposos.

Se le pide a Rosa que imagine a su abuela materna con 20 años y una hija de 2 años en 1997, sin una profesión. ¿Cómo cree que se habría sentido en esas circunstancias? Rosa responde que se habría sentido muy sola y llena de rabia hacia su ex pareja. Luego se le pregunta qué es lo que faltó que hiciera su abuela, a lo que ella responde entre lágrimas: «Aprender a sostenerse por sí misma», ya que tuvo que soportar muchas humillaciones al tener que regresar a casa de sus padres. Ahí es donde nace mi obsesión por ser independiente económicamente, pero dependiente emocionalmente. ¡Ahora me doy cuenta de que soy igual a mi abuela!

La solución para este caso de repetición familiar

Gracias a la toma de conciencia de Rosa, este árbol puede superar esta situación, aprendiendo a ser independiente tanto económicamente como emocionalmente. Por un lado, ella quería hacer las cosas de manera diferente a su abuela, pero por otro, terminaba repitiendo la historia de otra manera. Por eso es importante contar con un asesor que pueda ayudar a descubrir cuál es el objetivo detrás de la repetición de una situación.

¿Cómo puedo entender a mi familia y romper los patrones repetitivos?

   Partiendo de este pensamientos,  nos preguntamos;  ¿por qué, en una familia se repiten las historias, las enfermedades o los sucesos?, y al empezar a revisar nuestro propio árbol genealógico nos percatamos que en nuestra familia también hay historias y enfermedades  que se repiten, y descubrimos frases como las siguientes: “estas malditas herencias”, “la diabetes es de familia, tarde o temprano la padecemos”, “es una maldición familiar, las mujeres siempre estamos solas”, “es de familia”.

  El revisar las historias nuestras, así como conocemos la historia de nuestro país, del mundo, conocer  las  historias de nuestros ancestros, honrarlos y darles un lugar en nuestro corazón, es un encuentro con ciencias transgeneracionales.

   La memoria histórica no basta. No se trata de coleccionar recuerdos e historias, sino de transformarlos en algo valioso para la vida. A través de un proceso multidimensional, la inteligencia transgeneracional permite reconciliarnos con esos hechos, resuelve en el corazón los sentimientos para vivir en el ahora, nos ayuda a mirar más ampliamente. Cuando el niño/adulto puede mirar la historia de sus padres inicia un proceso de aprendizaje diferente.

   Al mirar en las historias familiares, tu historia  ancestral, el origen de la situación y así liberarte de las obligaciones y/o lealtades inconscientes que se van transmitiendo de generación en generación en tu sistema,  se va cocreando tu historia presente con fuerza, logras generar tu equilibrio emocional sin dolor, sin culpa, de manera que el respeto, el amor y la plenitud integral sean tu consigna de vida.

   El ser humano es parte de  un sistema familiar al que está vinculado energéticamente y con todos sus ancestros, a las historias familiares. Como cualquier sistema, el sistema familiar se rige por leyes invisibles. Cuando se alteran estas leyes aunque sea inconscientemente, nos identificamos con nuestros antepasados, y tomamos responsabilidades que no son nuestras,  generando desgracias, sufrimiento, enfermedades, fracaso, accidentes.

   Muchas personas se preguntan por qué las historias se hereda. Hay varias respuestas, desde las teológicas, como reza la Biblia: “y los pecados de los padres se heredarán hasta la tercera y cuarta generación”, hasta la biología, según la cual los aprendizajes de los padres se heredan para que sus descendientes puedan aprovecharlos. Esas enseñanzas se guardan    en el inconsciente colectivo.

Pero hay una explicación superior, la metafísica: “Las historias y los errores de nuestros padres pueden ser subsanados gracias a la comprensión de sus hijos mediante algo tan fundamental como el perdón”.  Un curso de milagros nos enseña que el tiempo (que percibimos lineal) está a la espera del perdón. Por perdonar no se entiende ver primero el error y después pasarlo por alto, sino ver que no hay nada que perdonar, ya que todos venimos con programas heredados, algunos muy tóxicos.  Los miembros de los clanes de una pareja, las historias se complementan hasta niveles realmente inimaginables. Se trata de una atracción complementaria; uno busca la solución en el otro. De esta manera, los miembros de dos clanes se unen para reparar los programas tóxicos en sus descendientes.

  Desarrollar el pensamiento del estudio del árbol genealógico, es muy simple: la información del inconsciente colectivo de un árbol se encuentra en cada miembro de la familia. La información, las historias no se pierde, se transmite de generación en generación a la espera de un acto de conciencia de algún miembro capaz de liberar a todo el clan y, sobre todo, a los descendientes.

   Somos herederos de las historias de la familia a la que pertenecemos. Las experiencias de nuestros ancestros. Las historias de familia 1 quedaron impresas en nuestro inconsciente, somos parte de esa gran alma familiar y a través de ella nuestros ancestros nos transmitieron a lo largo de las generaciones su propia manera de percibir la vida, de moverse, de sentir, de pensar. A lo largo de las historias familiares hay temas que se repiten de generación en generación. Hay tramas familiares, hay ancestros con los que nos identificamos, de modo que algún hijo se identifica más con la rama paterna, otro con la   materna. Algunos son rebeldes y aparentemente rompieron con el molde familiar, sin embargo cuando ahondamos en el árbol genealógico podemos ver que a veces este rechazo o rebeldía tiene que ver con un profundo lazo con algún personaje de la familia y que a través de esta actitud rebelde están haciendo algo que otros antepasados no se atrevieron a hacer.

   La familia tiene un alma común, esa alma y esa conciencia cuidan tres órdenes fundamentales: el primer orden es: cada miembro del sistema, vivo o muerto, tiene el mismo derecho a pertenecer. En ese caso hay determinadas personas que pretenden tener más derecho a pertenecer porque se consideran mejores. Pero el alma familiar no diferencia entre buenos y malos en ese sentido.

  El segundo orden es: cuando a algún miembro de la familia se le niega el mismo derecho de pertenencia, el alma familiar o la conciencia familiar trata de restablecer el orden mediante una compensación, para ello, la conciencia familiar conecta a una persona nacida posteriormente con la persona que fue excluida de manera que lo reemplace como compensación. La persona nacida posteriormente entonces sufre como aquel y se vuelve como el otro. Y para esa persona nacida posteriormente la solución sería que reconozca la dignidad del excluido. Reconociendo la dignidad de esas personas se logra la compensación. Así el sistema queda en paz y no es necesario que algún miembro posterior los reemplace.

   En algunas generaciones hay víctimas, en las siguientes puede aparecer un victimario para equilibrar de algún modo ese sufrimiento padecido anteriormente, o a la inversa: puede haber un victimario en una generación anterior (alguien que ha cometido algún delito o agresión) y en alguna de las siguientes generaciones aparece una víctima que de algún modo ésta expiando “los pecados o agresiones” cometidas anteriormente.

En las historias familiares hay  formas de amar que se repiten y transmiten. Modelos de pareja, modelos sobre cómo ser madre o cómo ser padre. Creencias religiosas que se siguen al pie de la letra o que se transgreden. Valores culturales, morales y éticos que se van transmitiendo. Muchas veces nuestros padres actuaron de determinada manera que nos limita o nos disgusta fue porque las historias de ellos,  no les permitió hacer otra cosa y entender esto es muy liberador. No se trata de perdonar, se trata de reconocer a nuestros padres en su totalidad, con lo bueno y lo malo y entender que es todo lo que pudieron  hacer  y que así está bien. “Cuando uno perdona, se coloca por encima de los demás. En realidad, el perdón hace que el presunto culpable sea todavía más culpable. Para mí, la reconciliación verdadera consiste en un reconocimiento de las culpas de cada uno acompañado por un diálogo entre las personas implicadas”  (Hellinger B., 2007).

  “El amor en las relaciones humanas únicamente tiene posibilidades de lograrse allí donde son comprendidos sus órdenes (no arbitrarios). El amor ciego, sin conocimiento,  ignora esos órdenes y, en consecuencia nos hace errar en nuestro camino. En cambio, donde el amor conoce y respeta éstos órdenes,  también puede traer el fruto que anhelamos. Así, el amor surte efectos benéficos y sanadores, tanto para nosotros,  como en  nuestro entorno.

Para avanzar, no sólo hemos de comprender las historias de nuestras familias, sino también honrar nuestro origen”.

  Gracias a las historias familiares  palpitamos, sólo nosotros podemos elegir cómo, al desentrañar algo sobre el lugar que nos toca en este entramado, en esta gran red, seremos capaces de entender cuál es nuestro rol en nuestra familia actual y de este modo nos convertiremos en seres más completos y más capaces de cumplir con lo que venimos de algún modo a hacer. De esa manera también liberaremos a las generaciones siguientes de tener que cumplir con mandatos o repetir frustraciones que se vienen arrastrando por generaciones, al reencontrarnos con nuestra historia descubrimos que, sin raíces no hay alas y que todos formamos parte de una gran alma familiar que nos precede y que nos abarca.

Últimos tips

  • Deja de oponerte a tu sistema familiar: Si criticas o juzgas a tu familia, corres el riesgo de repetir su propia historia.
  • Reúne los datos de tu árbol genealógico: busca las similitudes en nombres, fechas, número de hijos o experiencias de vida. Toda la información permanece dentro de ti.
  • Hazte una Constelación Familiar, aunque sea alguna vez en la vida.
  • Acepta a todos tal como son: Aceptar a los demás tal como son puede otorgarte la paz del amor. Al hacerlo, abres la puerta a la transformación, ya que es un acto de humildad ante la vida.
  • Honrar a tus ancestros: La mejor manera de hacerlo es siendo feliz, liberándote de lealtades que puedan limitarte. Recuerda que tus ancestros ya han sacrificado mucho para que tú puedas ser feliz. ¡Aprovecha esa oportunidad!
  • Agradece diariamente a todos los miembros de tu familia: No es necesario que corras hacia ellos para darles un abrazo. El agradecimiento sincero surge cuando les das un lugar en tu corazón y los respetas desde el alma.
  • Camina hacia la vida con humildad: vive con alegría, respetando el destino de otros y traza el tuyo con cada paso.

Cuando en una familia surge un buscador, este encarna el deseo de todo el clan para salir de las repeticiones y lo conocido e ir hacia adelante.

-Bert Hellinger